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kaguya

Libertinaje de prensa

Decía mi abuelo que a menudo la libertad degenera en libertinaje. También decía que la libertad de cada uno termina donde empieza la de los demás. En general, mi abuelo era un hombre muy sabio y razonable, quizá porque vivió durante los años de la Segunda República y se empapó tan bien del espíritu de aquella época que ya nunca pudo desprenderse de él.

 

Ahora las cosas son distintas. Después de que nuestra constitución haya cumplido los veintiséis años, los españoles y las españolas nos hemos acostumbrado al saborcillo de la libertad, y, como niños glotones y egoístas, cada vez pedimos un poco más para nosotros, aunque los demás se queden sin nada.

 

Por lo menos esta vez no nos quedará complejo de ir retrasados respecto a Europa: los distinguidos europeos, expertos en la libertad y los derechos del pueblo se han vuelto tan glotones como nosotros.

 

Así, después de que la fe de millones de personas se haya visto insultada, periodistas de todos los países europeos cierran filas entorno a los suyos esgrimiendo la libertad de prensa como una excusa para decir todo lo que les venga en gana. No importa el derecho a la dignidad de los demás, ni es necesario respetar los credos ajenos, pero eso sí, mi derecho a rebuznar lo primero que a mi se me pase por la cabeza, es inalienable.

 

Creo que es el momento para reflexionar acerca del espíritu de libertad de prensa, que, a mi modo de ver, no es otra cosa que el derecho a informar y opinar sobre cualquier tema, y desde cualquier punto de vista, sin que venga ningún señor armado con unas tijeras y te recorte las ideas. La libertad de prensa no conlleva el derecho a mentir abiertamente sobre temas de actualidad (como hacen muchos dentro del panorama periodístico nacional), ni a burlarse de nadie, ni a insultar a nadie. Eso es libertinaje de prensa, además de una barbaridad.

 

Para muestra un botón: si alguien hubiese hecho caricaturas de Cristo haciéndole un cunnilingus a María Magdalena ¿Qué habría pasado? ¿Cuánta gente no se habría echado a la calle para protestar? ¿Cuántas cabezas no habrían rodado dentro del periodismo danés? Pero claro, no es lo mismo burlarse de Cristo, que después de todo era el hijo de Dios, que reírse del profeta musulmán, que es una religión falsa y sin ningún fundamento. Porque nosotros somos nosotros, y ellos son ellos.

 

Y por si alguien se lo está preguntando… no, no estoy de acuerdo con la reacción que han tenido los musulmanes. Quemar banderas y embajadas no es manera de mostrar la indignación, y menos cuando, tanto el autor de las caricaturas como el director del periódico que las publicó han pedido disculpas. No obstante me temo que los fieles musulmanes están siendo manipulados por sus líderes religiosos, y eso… es tema para otro post.

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