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kaguya

Nacionalismo Radikal I: Nacionalismo catalán.

A menudo me gusta decir, medio en broma, medio en serio, que yo soy nacionalista. Nacionalista catalana, y, además, de las radicales.

Normalmente, quizá porque soy andaluza, esta afirmación causa sorpresa entre quienes me escuchan y requiere una explicación, que es la siguiente: resulta que, desde hace algún tiempo, me dedico a ser opositora (es decir, que hago como que estudio, pero en realidad no hago nada), y no me puedo quitar de la cabeza que los catalanes – y los valencianos, mallorquines, vascos y gallegos – pueden venir a examinarse a Andalucía sin problemas, mientras que yo no puedo ir a sus CC.AA. ya que allí, para los que somos de fuera, tienen preparada una fiesta de bienvenida en forma de prueba de idioma - de idioma catalán, valenciano, mallorquín, vasco o gallego, según corresponda -.

Mi postura como nacionalista es clara: dado que ellos son tan diferentes del resto de los españoles, con idioma y cultura propios, y en vista de que parece que, además, tampoco nos tienen demasiado cariño a nosotros (o al menos no lo suficiente como para darnos la oportunidad de ser funcionarios de allí)… pues que se independicen. A mi siempre me ha parecido que es bastante feo retener a alguien por la fuerza en un lugar en el que no desea estar, y además, como suele decirse, a enemigo que huye, puente de plata.

Curiosamente esta postura mía no parece gustarle a nadie, y a menudo, al confesar mis tendencias nacionalistas sólo consigo que la gente se enfade conmigo. Los que no son nacionalistas se molestan porque en su opinión es importante mantener la unidad de España a toda costa, aunque para ello tengamos que soportar que nos den por culo día si y día también. Su punto de vista y el mío son completamente distintos, y es lógico que no estemos de acuerdo, e incluso que se lleguen a mosquear por mi manera de ver las cosas.

Lo que aun no he conseguido entender es por que los que sí son nacionalistas también se cabrean conmigo cuando hablo de mis ideales nacionalistas y de mis esperanza de que algún día Cataluña llegue a ser un país independiente de España.

Según dice mi madre – y las madres suelen llevar razón en casi todo -. El problema es que es muy bonito decir: “nos queremos ir de España porque este país es una mierda, y la nación catalana mola mucho más”, pero que cuando alguien te dice que llevas razón, y que a enemigo que huye, puente de plata, la cosa ya no tiene tanta gracia. Es la diferencia entre marcharse de un sitio o que te echen.

Y a nadie le gusta que le echen de ninguna parte, ya sea del garito más cutre y sucio del pueblo, o del estado Español…

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